Friday, December 16, 2005

The Ghost 1

Se puede ver en sus ojos la felicidad que puede dar unas copas de más. En su mano izquierda se encuentra un vaso de vino tinto y en su mano derecha el cigarro que en esas alturas se había consumido hasta la mitad. En el bar de Juanito estaban todos celebrando la llegada de Gabriel.
Gabriel era el músico de la ciudad, tenia 18 años, de los cuales la gran mayoría se la había pasado bebiendo en bares. Apetecido por la gran mayoría de las mujeres que habitaban en la ciudad de Serena. Gabriel media unos 1.80 metros de altura y sus ojos cafés daban a relucir todo la experiencia que en su corta edad tenia. Su pelo negro y su piel blanca producto de muchos días de sueño, después de una noche extremadamente generosa en los tragos.
En el bar todos cantaban y se reían. Gabriel parecía muy eufórico al ver la cantidad de gente que se había reunido por su llegada. Las mujeres que a esa hora se encontraban un poco pasadas de copas, lo miraban con toda la maldad en los ojos. Planeando la forma de llevárselo a la cama y con el devorar el apetito de pasión que en ese instante productos de las copas sientan por su cuerpo.
Una mujer se acerca ha el . con la mirada plantada en los ojos de Gabriel, le acaricia el rostro.
Puedes pedirme un vaso de vino – dice ella – con la palma de su mano el pelo.
Por supuesto – dice Gabriel – sabiendo las consecuencias de ese vaso.
Ella lo mira, coloca su mano en la mano de Gabriel. No me habías dicho que venias – dice ella – pensé que nunca más me ibas a llamar. Lo ultimo que supe es que te habías ido de la ciudad para ver si tenias suerte. ¿cómo te fue?... espero que bien. También me doy cuenta que la vida te trata muy bien.
Sé que la vida me trata bien – dice Gabriel. Intuyendo las intenciones de ella – pues me a traído hasta tu presencia. Me puedo considerar un hombre con mucha fortuna.
En ese instante una mano pesada golpea la espalda de Gabriel. Como una Lagartija corriendo por su presa, Gabriel se da media vuelta y ve a su gran amigo de la infancia. David Sánchez, más conocido como el chupa cabras, por su aspecto descuidado y su mal estado físico.
Con una abrazo sellaron un largo tiempo sin saber nada uno del otro. El abrazo fue profundo y cariñoso. Las copas no tardaron en sonar y el gran “salud” por la amistad sonó al unísono en las voces de los dos amigos que se volvían a encontrar.
Gabriel con muchas noches de sueño en el cuerpo y con una gran ganas de poder descansar sus músculos que a esa altura de la noche pedían un descanso profundo. Pero Gabriel no se detenía y en un acto de complacencia con su ego de casa novas vuelve la mirada en aquella mujer de ojos apasionados.
¿Me puedes acompañar a mi casa? – dice Gabriel – estoy un poco cansado y me gustaría tu compañía.
La mujer en ese instante más excitada que de costumbre le toma la mano y se dirigen hacia la salida del bar.
En el trayecto del bar hasta la casa de Gabriel los besos y abrazos no se demoraron en llegar. Ella sabia a lo que iba y Gabriel solo quería deshacerse de sus ganas de tener un buen sexo esa noche. El camino fue largo y en cada esquina que cruzaban dejaban un espacio para calmar sus ganas de sexo. Pasaron por una Plaza. Gabriel la miro y casi ya no podía contener sus ganas de poseerla en ese mismo lugar. No le importaba nada más. Solo quería tenerla por esa noche, sabia que mañana tendría a otras más.
La llegada a la casa fue ruidosa, ella con la risa a flor de piel y Gabriel con el alcohol ya en la cabeza. Llegaron a la cama de Gabriel y por fin pudieron dar riendas sueltas a su lujuria, que en ese momento era lo único que ellos dos querían.

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